Las primeras palabras de Jaume Alsina fueron de gratitud a los socios del Club el haberle concedido el VI Premio Propeller: “quiero agradecerles que hayan premiado este año a bonÀrea, otorgándonos este premio que reconoce por sexto año consecutivo la labor y evolución de empresas catalanas”.
Seguidamente explicó los orígenes de la empresa, fundada en 1959, gracias a un grupo de personas de Guissona, recién iniciados en la actividad ganadera, que decidieron constituir la Cooperativa Avícola de Guissona, que, con el transcurso de los años, ha dado paso a bonÀrea Agrupa. Era una época en la que la gente “huía del campo a la ciudad porque la mecanización de las labores agrícolas supuso una reducción del volumen de trabajo en un 90%. Sin trabajo sin jornales, las personas no tuvieron otro remedio que ir a vivir y trabajar a las ciudades”.
Jaume Alsina puso de manifiesto que “los que quedamos en el campo tuvimos que encontrar un complemento para que también pudiéramos disfrutar del progreso iniciado en la segunda mitad del siglo XX; queríamos comprarnos coches, viviendas, electrodomésticos…”
Asimismo, los que se quedaron en el campo “nos vimos obligados a tener que producir aquello que los que se fueron a la ciudad dejaron de producir en sus campos, huertos y corrales”. Por ello, “tuvimos que coger el relevo y producir estos alimentos”. Lo primero que hicieron un grupo de jóvenes de la comarca de La Segarra fue crear una cooperativa, “dedicándonos a producir pienso para las gallinas, actividad que extendimos a otro tipo de animales susceptibles de tener una producción intensiva, como cerdos o terneras”.
El siguiente reto fue el de “comercializar la producción de las granjas de nuestros socios y superar la estructura de los mercados semanales en los pueblos y de los intermediarios que iban apareciendo, demás de reducir costes y evitar especulaciones”. Así que, “iniciamos las primeras líneas de sacrifico de animales y, en 1971, pusimos en marcha el complejo cárnico de Guissona”. El modelo que siguieron estos pioneros fue el del centro de Europa y el de Estados Unidos, en los que la industria cárnica tenía un futuro relevante”. La cooperativa “fue creciendo con la incorporación de miles de pequeños payeses y ganaderos, superando los 50.000 socios”.
Llegados a la década de los noventa, “además de aumentar ventas y actividades, también hicimos una evolución societaria”. Fue así como la cooperativa se reconvirtió en una sociedad anónima con accionistas y se constituyó la Corporación Alimentaria Guissona, con el 90% de las acciones en manos de más de 4.000 socios y personal de la cooperativa”.
Desde entonces, “hemos evolucionado mucho y ahora disponemos de granjas muy grandes, en las que los animales viven en prefectas condiciones y que están certificadas con el distintivo de bienestar animal”.
Hoy en día, bonÀrea, que es el nombre comercial de Corporación Alimentaria de Guissona, cuenta con una amplia experiencia en el sector agroalimentario, ya que desarrolla todas las actividades ganaderas, industriales y comerciales necesarias para poder llegar al consumidor sin intermediarios.
A través de la integración vertical, esta compañía cierra el ciclo productivo completo del producto cárnico, realizando todos los procesos, desde el nacimiento de aves y ganado, pasando por la fabricación de piensos, cría y engorde de los animales, sacrificio, transformación y elaboración de los productos, hasta su distribución, exportación y venta directa mediante las tiendas bonÀrea.
En 2019, bonÀrea “ha facturado más de 1.900 millones de euros, hemos hecho inversiones por encima de los 100 millones de euros, hemos incrementado las ventas cerca de un 10% y seguimos autofinanciándonos”, indicó Jaume Alsina.
También destacó que el 80% de la producción cárnica de bonÀrea “la vendemos directamente a los consumidores a través de nuestras 500 tiendas”. Y añadió que “nuestra logística está totalmente informatizada y utilizamos el RFID para asegurar la trazabilidad”. Asimismo, los pedidos de cada tienda están automatizados y se sirven de forma directa, habiendo eliminado los intermediarios y los gastos desde la fabrica a las tiendas”. Además, “tenemos una elevada productividad que nos permite ofrecer una mejor calidad y precio”.
En cuanto al futuro, Jaume Alsina señaló que “pensamos mantener los crecimientos actuales en ventas, resultados e inversiones”. Y destacó que “tenemos un importante proyecto en Épila, en Zaragoza, en donde estamos desarrollando un nuevo centro cárnico que replicará y mejorará el que tenemos en Guissona”. Ello hará que bonÀrea “pueda acceder al centro, al este y al norte de España con nuevas tiendas”.
Jaume Alsina terminó su intervención diciendo que “cumplimos 61 años de historia y pretendemos seguir siendo una entidad de economía social, ayudando a payeses y ganaderos de La Segarra y otras comarcas catalanas agrarias”. Para Jaume Alsina es importante “mantener la vida en el campo, cuidar de la gente, aportar a la sociedad alimentos de calidad, a buen precio y de proximidad, generar puestos de trabajo y seguir invirtiendo en nuevas tecnologías y digitalización”.
Cabe destacar que bonÀrea trabaja para satisfacer las demandas de más de 1.500.000 clientes y exporta sus productos a más de 60 países de la Unión Europea, resto de Europa, Canadá, América Latina, África Subsahariana, Oriente Medio, Japón, Corea del Sur, países de la ASEAN y Hong Kong.