Carles Domingo se refirió a la industria de los cruceros, especialmente la vinculada al puerto de Barcelona, señalando que este enclave es “el primero de Europa en tráfico de cruceros y el cuarto del mundo después de los tres principales puertos de Florida: Miami, Port Everglades y Puerto Cañaveral”.
También explicó que cuando la compañía que dirige, Creuers del Port de Barcelona, ganó la concesión de las terminales de cruceros en Barcelona el número de cruceristas era de tan solo 500.000, mientras que ahora sobrepasa los 2,6 millones, cifras que indican que el crecimiento en 17 años ha sido “sostenido y muy elevado”, y añadió que ahora el crecimiento “es suave” debido esencialmente a ciertos factores; por un lado “a la recesión económica en Europa y en todo el mundo”; por otro “al desvío de una parte de la flota de cruceros hacia China, que se ha convertido en el gran foco de atracción del mundo de los cruceros”. En este sentido, y a modo de ejemplo, indicó que “algunos barcos de última generación están yendo a China, como los de la serie Quantum de Royal Caribbean o los cruceros especialmente diseñados para el mercado chino de Norwegian Cruise Line”.
Otro factor que ha incidido en que el aumento de cruceristas en Europa sea ligero es el relacionado con el terrorismo que “para un americano es todo aquello que pasa al Este del Atlántico”, ya sea en países árabes o en europeos, motivo por el cual dejan de contratar cruceros con itinerarios en estas zonas. Todo ello ha conllevado que “hayamos pasado de crecimientos de entre el 6 y el 7% a aumentos del 2 o 3%”.
Para Carles Domingo también es importante “distinguir el impacto de la dimensión de los buques: el Titanic tenía 260 metros de eslora; el oasis of the Seas de Royal Caribbean tiene 365 metros de eslora”.
A continuación el invitado habló de los impactos de la industria de los cruceros en Barcelona, señalando que hay “el impacto social, el económico, el impacto en la ciudad, el ambiental y, últimamente, también el impacto político”.
Por lo que respecta al impacto social, Domingo puso de manifiesto que en 2016 “el Port de Barcelona recibió casi 2.700.000 pasajeros, de los que 1.130.000, el 42%, son pasajeros visitantes que sólo están unas horas en la ciudad; el resto, más de 1,5 millones, el 58%, son pasajeros de touraround, es decir, que inician o acaban el crucero en Barcelona”.
El éxito de Barcelona, según Carles Domingo “obedece a seis factores: el atractivo de la ciudad; su gran capacidad hotelera, de servicios y transportes; su gran aeropuerto internacional que permite la llegada de cruceristas de todo el mundo para embarcarse en el puerto; unas instalaciones portuarias bien dimensionadas y pensadas para el futuro, con unas terminales que pueden atender cualquier tipo de barco de crucero; el servicio eficiente que se da a los pasajeros, como lo demuestra los numerosos premios internacionales que nos han otorgado; y, finalmente, el marketing que hace el Port de Barcelona y las compañías y entidades asociadas, como Turismo de Barcelona o el Aeropuerto, para promocionar la marca Barcelona y visitar a las compañías de cruceros, con las que negociamos las escalas a dos años vista, es decir, que en 2017 negociamos las escalas que las compañías van a hacer en Barcelona en 2019”.
Por lo que respecta al impacto económico, Carles Domingo habló del estudio realizado por la Universitat de Barcelona que pone de manifiesto que cada crucerista “realiza un gasto directo de 53 euros al día si es un pasajero de tránsito y de 200 euros al día si es un pasajero base que pernocta en hoteles de la ciudad”. Además, en términos de ocupación, los sectores relacionados con la actividad de los cruceros “generan 6.750 puesto de trabajo en la ciudad de Barcelona” y Barcelona ingresa anualmente “unos 800 millones de euros, sumando el gasto directo, el indirecto y el inducido” de los cruceristas.
En cuanto al impacto urbano, Carles Domingo habló de los 33 millones de turistas que la ciudad Condal recibió en 2016, de los que “un 60% visitan Barcelona un día y el 40% restante son turistas que pernoctan”. Para Carles Domingo estos turistas generan ingresos para la ciudad pero “también generan situaciones de congestión, especialmente en los sitios más atractivos, circunstancia que frena el entusiasmo de los cruceros en Barcelona” y que ha acabado siendo un tema “controvertido”.
En referencia al impacto medioambiental, el Director General de Creuers del Port de Barcelona indicó que, basándose en un estudio que pidieron al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, los cruceros, en su estancia en puerto, “generan en el aire de la ciudad el 1,2% del óxido de nitrógeno (NOX) y el 0,23% de las partículas en suspensión”, cifras que ponen de manifiesto que “los cruceros contaminan, pero muy poco en el índice global de contaminación de Barcelona”.
En cuanto a las medidas para ir reduciendo progresivamente este impacto de la actividad crucerística en el medio ambiente, Domingo se refirió a diversas acciones que están implementando las navieras, como por ejemplo “que sus barcos consuman fuel ligero con menos elementos contaminantes, la instalación de filtros en las salidas de los gases y las chimeneas, o que la maquinaria auxiliar de estos barcos funcionen, cuando están en puerto, con gas natural licuado. Sobre este aspecto, Carles Domingo indicó que ya se están construyendo cruceros que podrán navegar propulsados con GNL.
Sobre el último de los impactos del sector de los cruceros, el político, Domingo se refirió al terrorismo porque “es una preocupación de todos los gobiernos” porque puede afectar al transporte y a zonas de aglomeraciones. Por ello, “hemos puesto en marcha medidas y los cruceros disponen de un código especial de seguridad internacional, el ISPS, que obliga a todos, a los puertos y a las compañías de cruceros, a realizar unos controles muy exhaustivos, tanto de pasajeros como de equipajes, que son iguales o superiores a los de los aeropuertos”. Asimismo, y especialmente las compañías estadounidenses, también obligan a efectuar “un control de todos los suministros que entran en los buques e, incluso, algunas compañías nos piden perros detectores de explosivos”.