Josep Maria Martorell explicó que el Barcelona Supercomputing Center es un consorcio público formado por los gobiernos del Estado, la Generalitat y la Universitat Politècnica de Catalunya que tiene, esencialmente, dos misiones: dar servicios gratuitos de supercomputación a investigadores y ser un centro de investigación en ciencias de la computación, ciencias de la vida, de la tierra, etc.
el personal que trabaja en el Supercomputing, unas 500 personas, un 40% son extranjeros de más de 40 países distintos.
Según Josep Maria Martorell, “hoy en día, hacer ciencia experimental es muy complejo, muy caro y al alcance de pocos” por ello, “por qué experimentar con la realidad si en el Supercomputing la podemos simular”. Así, “nuestra oferta de valor es simular la realidad para llegar a resultados bastante similares a la experimentalidad, lo que hace que seamos una herramienta extremadamente útil para muchos campos, como la medicina, las ciencias de la tierra, la astrofísica, los materiales, la ingeniería”. Y añadió que la supercomputación “ya no es tanto un área de investigación científica, que también, sino que es sobre todo un habilitador para que muchas otras áreas de las ciencias hagan su actividad”.
El supercomputador ubicado en Barcelona “es una suma de muchos procesadores conectados entre ellos a través de una red de alta velocidad para poderlos utilizar a la vez”, indicó Josep Maria Martorell. “Esto nos permite ser uno de los siete centros de supercomputación europeos, estando conectados también a una red europea de supercomputación”. Asimismo, indicó que el Barcelona Supercomputing Center “es en estos momentos el tercero más potente de los siete que hay en Europa y el treceavo a nivel mundial, y ha costado 34 millones de euros”.
Respecto a las aplicaciones, Josep Maria Martorell explicó que el Barcelona Supercomputing Center trabaja esencialmente en las ciencias de la computación, ciencias de la tierra, ciencias de la vida y en ingeniería, y puso diversos ejemplos, como la participación del supercomputador de Barcelona en el “Human Brain Project, que intenta entender cómo funciona el cerebro humano”. Otro de los trabajos en el que está inmerso el BSC está relacionado con las smart cities; a través de Calíope, un aplicativo abierto en la web del BSC, “podemos predecir la calidad del aire urbano y los picos de contaminación y contaminantes por zonas”. Con ello, los ayuntamientos tienen a su disposición una información que les va a permitir tomar medidas para paliar el episodio de contaminación; el siguiente paso será ayudarles a que estos picos de contaminación no pasen”.
Josep Maria Martorell también repasó otras investigaciones y simulaciones en las que participa el Supercomputing y finalizó explicando que el BSC trabaja con muchas y variadas empresas y con las mejores tecnológicas del mundo; “ellas quieren nuestra ciencia y nosotros queremos sus problemas reales”. Pero también señaló que “cada vez más también trabajamos con empresas más locales y del mundo industrial porque se están dando cuenta que la simulación y la gestión de los datos es muy importante”, y puso como ejemplo el caso de las petroleras, que deben tener bastantes certezas de que van a encontrar crudo antes de iniciar una perforación, o la banca y las aseguradoras, que manejan cantidades ingentes de información de sus clientes y que deben ponerla en valor. Es decir, que “les ayudamos a mejorar su productividad”.
Para finalizar, Josep Maria Martorell explicó que actualmente los únicos países que fabrican procesadores son Estados Unidos, Japón y China –Europa ya no tiene–, motivo por el cual, y ante la constatación que fabricar hardware empieza a ser más importante que desarrollar software, la Unión Europea está trabajando para, a corto plazo –en 2022–, contar con un productor de procesadores y con ello dar respuesta a las necesidades de la industria europea en el ámbito del control de la seguridad tecnológica relacionada ésta con la geopolítica y la geoestrategia a nivel mundial. La industria automovilística es una de las más interesadas en este proyecto dado que, con los vehículos conectados que ya empiezan a ser una realidad, va a ser una gran consumidor de procesadores. La parte científica de este proyecto europeo la dirige el Barcelona Supercomputing Center.